sábado, 28 de mayo de 2016

Testimonio



Mi pequeña contribución al abolicionismo. Deseo con todas mis fuerzas que mis hijas crezcan en un mundo donde alquilar su cuerpo por horas no sea una opción.

Soy ex-prostituta y abolicionista. Me da vergüenza decirlo en voz alta, siempre creo que se burlarán de mí. “¿Si no te gustaba, porque lo hiciste? Nadie te obligó”.

Es cierto, nadie me puso una pistola en la cabeza. Pero mi decisión fue todo menos libre. Mi padre era alcohólico. Ni siquiera había nacido la primera vez que estuvo a punto de matarme: le dio una paliza a mi madre cuando estaba embarazada de mí. Sobreviví́, pero a menudo he deseado no haberlo hecho. Creo que solo tenia dos o tres años la primera vez que me violó. No puedo recordarlo, pero todavía sueño con ello. Aún dormía en una cuna.

Tenia catorce años cuando pedí ayuda a mi madre. Me dijo que a ella le hacía lo mismo y se aguantaba, asi que tambien tenia que aguantarme yo. Le contesté que si no pedía el divorcio me iba a suicidar y me dijo que no tengo corazón, que solo una mala persona querría tirar a su propio padre a la calle como un perro.

Después de eso pedí ayuda a mis tíos y abuelos, se lo conté todo para ganarme su compasión. Resultó que ya lo sabían. Uno me dijo que no era asunto suyo; otra, que a muchas niñas les pasa lo mismo y si me había tocado a mí, era la voluntad de dios y tenia que aceptarlo. La última, que era muy egoísta por querer marcharme de casa y dejar a mi pobre madre sola con ese hombre. Que si me iba la mataría. “¿Y si me quedo y me mata a mi?”. No respondió, no creo que le importase. Mi vida nunca la ha importado a nadie.

Esperé con paciencia a ser mayor de edad, solo para encontrarme con el desempleo, la precariedad, los salarios de miseria y la burbuja inmobiliaria. Todo lo que yo quería era salir del infierno, tener una segunda oportunidad en la vida. Al parecer, estaba pidiendo demasiado.

Me hice prostituta porque era el único trabajo que podía conseguir sin haber terminado los estudios, sin experiencia, el único donde podía aspirar a ganar lo suficiente para marcharme de casa. Tal vez había otra salida a mi situación y yo no la vi, no fui lo bastante lista para verla. Es una duda que me ha quitado el sueño muchas noches. Fue mi elección, sí. Las otras opciones eran quedarme en el infierno para siempre o cortarme las venas y acabar de una vez. Elegí vivir cuando todos querían que muriera.

Estuve allí tres años. Los tres años más largos y miserables de toda una vida larga y miserable. Pero lo conseguí, y me he esforzado todo lo que he podido por olvidar. Por fingir que nunca sucedió.

Ahora, quince años después, escucho a los que quieren legalizarlo y se me cae el alma a los pies. ¿En serio alguien cree que es un trabajo normal?, ¿cómo va a ser un trabajo normal donde te intentan violar todos los días? Porque si le dices a un cliente que no quieres hacerlo por detrás o que te lo suelte en la boca y aún así́ lo hace, o lo intenta, ¿qué otro nombre tiene?, ¿y los tipos que se quitan el condón cuando ya los tienes encima, y tienes unos segundos para decidir si cedes o te pegas con él? O el tipo que me cogió del cuello con las dos manos y empezó a apretar mientras se corría. Casi me estrangula allí mismo. Si, muy normal todo.

No importa cuan grandes o pequeños sean tus límites, basta que haya algo que tú no quieras hacer, para que vayan a por ello, como perros que se lanzan por un hueso. Obligarte a hacer lo que tú no quieres es lo que más les pone. Les hace sentir triunfadores, mientras tú te sientes basura. Y así es como me siento cuando escucho a alguien decir que la trata está mal, pero la prostitución voluntaria está bien. Siento que no tengo derecho a mi dolor porque no estaba encadenada a la pata de la cama.

Las mujeres no necesitamos que se legalice la prostitución. Necesitamos que se elimine la violencia y la pobreza que nos empujan a ella. Si ni siquiera las mujeres que se autodefinan feministas tienen esto claro, la próxima generación de niñas como yo están perdidas, condenadas a repetir la historia.

En el nombre de todas ellas, nuestras hijas y nietas aún no nacidas, os suplico, hermanas. No las dejéis solas.

miércoles, 11 de mayo de 2016

Spotlight


Buenísima película sobre el grupo de periodistas que destaparon la pederastia de la iglesia en Boston. Quedan muy claras dos cosas: que los supervivientes nunca se recuperan del todo, y que los abusos a niños no le importan a nadie. Todo el mundo lo sabia; la iglesia, policías, abogados, periodistas... nadie hace nada. Unos niños pobres violados no merecen la pena el esfuerzo.

Naltrexona



La naltrexona bloquea los receptores opiáceos  del  cerebro; su uso principal es para desenganchar a la gente de la droga. Sin embargo, a principios de los 80 se descubrió  otro uso. Se da una dosis muy pequeña antes de acostarte,  el cerebro no puede detectar las endorfinas en la sangre, y fabrica más.  Al día siguiente tienes 3 o 4 veces más endorfinas de lo normal.  Esto ha resultado  ayudar en muchas enfermedades autoinmunes, inflamatorias, y sobretodo, en el dolor crónico. Por supuesto no está aprobado. Puedes comprar sin receta paracetamol, que causa miles de muertes al año por  intoxicación y daños hepáticos, pero para conseguir naltrexona enfermos de fibromialgia y esclerosis múltiple tienen que recurrir a la venta online en países extranjeros.

http://www.lowdosenaltrexone.org/index.htm#What_is_low_dose_naltrexone


Mi experiencia:

Empecé a tomar naltrexona por un ataque de lumbago que se extendió durante 6 meses. Nada de lo que me recetaron funcionó; en urgencias me inyectaron voltarén y no me hizo ni cosquillas. También tenia cervicalgia desde hacia tres semanas, dolores en las muñecas y algo de túnel carpiano. Quince días después de comenzar a tomarla todos los dolores desaparecieron y no volvieron (mientras la tomaba). No solo eso, todos los síntomas del hipotiroidismo y la celiaquia se volvieron mucho más suaves.

La dosis de naltrexona para este uso es de 4 mg. Las pastillas de 50 se disuelven en 50 ml de agua, se agita bien y se cogen 4 ml con una jeringuilla. Se toma con un poco de zumo porque su sabor es muy amargo.

El tratamiento que tenia recetado era de una pastilla cada 4 horas ( entre analgésicos, antiinflamatorios y relajantes musculares). ¿Como puede ser mejor ocho pastillas al día que una sola cada tres semanas? Sobretodo si esa funciona y las otras no. No entiendo a los médicos.

No soy médico, no recomiendo ningún tratamiento, bla, bla, bla.