Siempre me ha llamado la atención el odio y desprecio que tiene la gente por los terraplanistas. Yo no lo soy, pero respeto su derecho a discrepar de las teorías científicas imperantes y defender con ardor sus propias ideas. Me gusta leerles de vez en cuando, y siempre me hacen pensar. Tienen argumentos de lo más interesantes; por ejemplo, la Antártida. Según la teoría de la Tierra plana, es el muro que impide que el agua del océano caiga al vacío, por eso está prohibido ir allá, para que nadie se entere. Según la versión oficial, lo que pasa es que tiene un ecosistema muy frágil, así que está prohibido ir allí para proteger la flora y la fauna local, evitando contaminaciones. Ridículo, a los gobiernos del mundo les importa un carajo el medioambiente, ni siquiera protegen el Amazonas, que es el pulmón del planeta, y una de las zonas con más biodiversidad de la Tierra, pero ¿les preocupan un puñado de pingüinos y albatros que viven entre la nieve?, ¿les preocupa tanto que casi todos los países del mundo han firmado ese convenio, y además lo cumplen (a diferencia de todos los demás convenios internacionales, como el que prohíbe las minas anti persona)?
La gente se llena la boca con la libertad de expresión, critica a la iglesia por lo que hizo con Galileo, pero se comportan como la inquisición cuando se trata de terraplanistas, homeopatas, astrólogos, y un largo etc. En cambio, un hombre dice "sentirse mujer", sea lo que sea eso, y todos a aplaudir como borregos, y a defender su derecho a meterse en la ducha del gimnasio con niñas pequeñas. Incluso plantear dudas se considera "delito de odio". Poner en riesgo la vida y la integridad de mujeres y niñas es aceptable, herir los sentimientos de un hombre (recordandole que es un hombre y que su lugar es el vestuario masculino), es intolerable.
Resulta curioso cuanto menos. Podemos debatir largo y tendido sobre la forma de la Tierra, pero lo cierto es que yo nunca subiré a un cohete para mirar hacia abajo y ver, con mis propios ojos, cual es su auténtica forma. Sin embargo, dudar de ello está socialmente prohibido. En cambio, he visto a montones de hombres y mujeres desnudos; puedo distinguirlos muy bien, así como saber que no existen las personas "no binarias", pero la ley (actualmente en muchos países, muy pronto en el mío) me obliga a fingir que no creo en lo que ven mis ojos.
La conclusión es triste, pero evidente: la gente cree lo que la televisión le dice que crea. Por absurdo que sea.
