A las feministas nos acusan continuamente de odiar a los hombres. A esos mismos hombres que nos maltratan, nos violan y nos matan. Nos secuestran, nos encierran en casa, nos colocan el burka, nos espían, ponen cámaras en los baños para grabarnos desnudas y colgarlo en la red, se ponen de acuerdo para drogarnos y violarnos, cientos de veces, nos obligan a callar, nos queman vivas. Pero no se puede decir que los hombres odian a las mujeres, aunque nos lo demuestran cada día, En cambio, nos acusan de odio por denunciar el suyo. Una buena mujer sufre los malos tratos en silencio. Una buena mujer calla las violaciones. Una buena mujer "aparece muerta" sin haber denunciado. Una mujer que protesta porque no quiere ser violada y asesinada, es una puta, una feminazi, una bruja, quemadla en la hoguera.
La mayoría de las mujeres no se dan cuenta de cuanto nos odian los hombres. Ni siquiera les gustamos. Cuando un hombre dice que le gustan las mujeres, se refiere a que le gusta follarlas. Si además le limpias la casa y le preparas la cena, tanto mejor. Y como ahora las mujeres trabajan, ni siquiera te tienen que mantener. Todo ganancias. Fuera de eso, a los hombres no les interesan las mujeres en absoluto. No leen libros escritos por mujeres (es famoso el caso de J.K. Rowling, que tuvo que firmar Harry Potter con sus iniciales para poder publicar), ni ven películas que tengan una protagonista femenina; Disney tituló "Enredados" al cuento de Rapunzel y "Frozen" al cuento llamado La reina de las nieves, porque los niños no van a ver historias de princesas. Las mujeres nunca hemos tenido problemas en ver películas de James Bond, Indiana Jones, Rambo, Batman, lo que sea, pero por a una mujer como protagonista y verás hordas de hombres echando fuego por la boca; ya sea Cazafantasmas, La guerra de las galaxias, Mad Max... si la protagonista es mujer, los hombres odiarán esa película. Las mujeres leemos a Julio Verne, los hombres no leen a Jane Austen.
Espera. que ya te escucho gritar: "¡No todos los hombres!". Sí, todos. Los que tu amas, también. ¿Cuántos hombres afganos han salido a la calle a protestar porque a sus madres, hijas, hermanas, esposas, no se les permite salir a la calle y, caso de hacerlo (acompañada de su marido y con burka, por supuesto), no pueden hablar porque la voz de las mujeres está prohibida. Cero. Ni uno solo ha decidido organizar una manifestación para defender los derechos de las mujeres. Ni en Afganistán ni en ninguna parte. De echo, he leído a bastantes hombres blancos occidentales partirse de risa y desear poder hacer lo mismo con las mujeres europeas; los mismos hombres que lloriqueaban como bebés por el toque de queda durante la pandemia, desean que a las mujeres nos prohíban salir de casa de por vida, porque... ¿porqué? ¿qué les he hecho yo para que me deseen tanto mal? Nacer mujer, eso es todo.
Cuando había apartheid racial en Sudáfrica el mundo entero la boicoteó para obligarles a cambiar las leyes, les aislaron por completo, Ahora hay un apartheid sexual en Afganistán y a nadie le importa un pimiento; la ONU ni se ha pronunciado. Hubo un movimiento abolicionista para liberar a los esclavos; hubo una puñetera guerra para liberar a los esclavos. ¿Dónde está el movimiento para liberar a las esclavas de la "trata de blancas", a las esclavas sexuales que abarrotan los burdeles y las carreteras de cada rincón de este planeta? Solo a las feministas nos importan.
El problema básico es que los hombres no ven a las mujeres como seres humanos. Para ellos no somos más que objetos con los que masturbarse. ¿No me crees? Entra a una página de pornografía. Verás lo que excita a los hombres: violaciones, palizas, torturas, latigazos, descargas eléctricas, estrangulamientos, incluso asesinatos. Eso es lo que ven tus padres y hermanos, tu marido y tus hijos, tus amigos y vecinos, cuando ven porno. ¿Cómo podrían excitarse viéndonos sufrir, si no nos odiasen?
¿Por qué nos odian? Muy simple: para justificar su maltrato, Si vas a convertir a alguien en tu esclavo, tienes que convencerte de que se lo merece, o de que tú te mereces ser su amo. Tienes que considerarte superior. Y en un mundo tan competitivo como el masculino, donde todos quieren ser el "macho alfa", si eres un don nadie, tu consuelo es llegar a casa y encontrarte a alguien que está por debajo de ti, a quien puedes violar y maltratar para desahogarte, sin que la sociedad levante una ceja.
Cuando las mujeres nos enteramos de que a una joven médica india la violaron y asesinaron 30 compañeros de trabajo, o que a una anciana jubilada francesa la violaron 92 hombres invitados a su casa por su marido, nos horrorizamos. Los hombres no, ellos buscan los vídeos en internet para pajearse mientras los ven. Y se enfurecen, no con los violadores, con nosotras. Por estar asustadas, por desconfiar de ellos, aunque nos demuestren cada día que no puedes confiar en un hombre, ni aunque sea tu colega, ni aunque sea tu marido.
Esta anécdota es un buen ejemplo: seis hombres en una mesa de un restaurante, pasa una niña a su lado, y uno le dice una grosería. Los otros cinco se callan. Ni uno solo es capaz de llamar la atención a su colega, que es un pederasta que está acosando sexualmente a una menos de edad. Ni uno solo. En su libros "Against our will" (contra nuestra voluntad), Susan Bromnstein explica muy bien porque los hombres prefieren ser cómplices de los violadores que proteger a las victimas: les hacen el trabajo sucio. Sin el miedo a la violación, las mujeres seriamos libres; libres para viajar por el mundo, para hacer senderismo por la montaña, para salir de fiesta hasta la madrugada, para levantarte temprano para ir a correr al parque. ¿Cuántas veces has dejado de hacer algo que te apetecía, por miedo? Miedo a la violación, miedo a los hombres. De poco sirven las leyes de igualdad si cuando salgo sola estoy arriesgando mi vida. Por eso los otros hombres, los que no son violadores, se ponen de parte de la manada. Quieren que tengamos miedo, que nos quedemos "en nuestro sitio", que nos quedemos en casa. Los violadores les hacen el trabajo para que no tengan que mancharse las manos personalmente, por eso siempre les defenderán a ellos, no a ti.
A los hombres de izquierdas no les importan las violaciones si el violador es extranjero, te llaman racista por denunciar.
A los hombres de derechas no les importan las violaciones si el violador es blanco (sobre todo si es jugador de futbol). Las víctimas no importan a nadie, solo las usan para sus políticas.
Va siendo hora de asumir de que los hombres (todos) nos odian, que no podemos confiar en ninguno, y seguir con nuestra vida. Negar la realidad te puede costar la vida.
"La mayor mentira de la historia no es alguna conspiranoia, es la idea de que las mujeres necesitan un hombre que las proteja, aunque lo más probable es que su protector sea el que la acabe matando". Liebreblanca.
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