Es una buena serie (la novela es aún mejor). La historia de un inglés que naufraga en Japón en el siglo XVI. La parte de política sobre la guerra civil me aburrió un poco, pero me gustó el choque cultural entre dos pueblos tan distintos: la lengua, la religión, la ropa, la comida... todo es completamente diferente. Me hace mucha gracia cuando el inglés intenta salir de una habitación, no puede abrir la puerta porque nunca ha visto una puerta corrediza, y acaba atravesando la pared con la mano. No se había dado cuenta de que las paredes eran de papel.
Lo que más me impresionó de la cultura japonesa es que no le dan absolutamente ningún valor a la vida humana. Un samurái puede estar 20 años sirviendo a un señor, perder una sola batalla, y debe suicidarse porque no puede vivir con la vergüenza de su fracaso. Todo lo demás que haya hecho en su vida, no importa. Ese único fallo es el que cuenta. Peor aún, ni siquiera puede suicidarse, tiene que pedir permiso al señor para hacerlo, porque su vida no le pertenece. Su señor feudal puede ordenarle que asesina a su bebé de ocho meses para que su linaje muerta con él, y lo hará sin dudar.
Un momento, ¿he dicho que todo es completamente diferente? No, en una cosa son iguales: las mujeres son objetos. El inglés se hace muy amigo de una mujer japonesa que le hace de interprete; en una cena en su casa, el marido de ella le da una paliza. El inglés se lo reprocha así: "ya sé que tu mujer es tu propiedad y puedes hacer con ella lo que quieras, igual que en Inglaterra, pero creo que deberías tratar a tu mujer con más cortesía". Entonces el japonés pide perdón de rodillas... a él, no a su esposa, por haber "perturbado la paz de tu hogar", y le echa la culpa al sake. Que ella tenga la cara hecha un mapa es lo de menos. Ninguno de ellos, ni tampoco el shogun cuando se lo cuentan, ve un problema en que ella sea propiedad de su marido, sin derechos; el único problema es que el marido es un bruto. No es un problema que su padre escogiese a su marido, o que ella no pueda divorciarse si no le gusta, pero él en cambio puede incluso acusarla de infidelidad y condenarla a muerte. Sin embargo, el marido puede irse de putas, que también allí existen, y eso no se castiga con la muerte.
En cualquier época, en cualquier rincón del planeta, todos los hombres que han existido tienen dos cosas en común: nacieron de una mujer, y las consideran poco más que ganado.
Por cierto, aunque lógicamente los samuráis no eran veganos, su dieta era muy alta en vegetales y muy baja en productos animales. Básicamente, comían lo mismo tres veces al día, en el desayuno, comida y cena. Un primer plato de sopa de verduras, con algas, tofu y miso. El segundo plato era un gran tazón de arroz hervido, sin nada más. Por último, un poco de pescado, crudo o a la plancha. Nada de carne, huevos o lácteos, y la cantidad de pescado no era muy grande (el protagonista inglés siempre repite y a los japoneses les sorprende que sea tan "glotón"). Una cosa que eché en falta en la serie es que en la novela el inglés se pasa el día quejándose de la comida y repitiendo cuanto añora la carne, el pan o el vino. Y como se niega a ducharse y los demás no se le quieren acercar porque apesta.
Por mucho que insistan algunos, que no saben de lo que hablan, para ser un guerrero no hace falta carne, más bien sobra. Y si no, que le pregunten a los gladiadores, que vivían de la cebada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario