lunes, 29 de febrero de 2016

Sufragistas



Lo que más me llamó la atención en esta película es como la protagonista repite continuamente que es ella no es una sufragista. Igual que ahora muchas mujeres niegan ser feministas, está mal visto, es de feas y amargadas. En esos años estaba mal visto ser sufragista. Sus jefes las violan, sus maridos las pegan, trabajan el doble que un hombre para cobrar la mitad, no tienen ningún derecho, ni siquiera sobre sus propios hijos... pero lo que realmente las preocupa es que nadie piense que son sufragistas. Quejarse es de cobardes, las buenas mujeres sufren en silencio.

"Ante mi asombro, he visto que las mujeres, a pesar de la falta de entrenamiento y del hecho de que durante siglos no se podía hablar de las piernas de una mujer respetable, podían, en un momento dado, correr más que cualquier policía londinense. [...] Su capacidad para improvisar, para guardar el secreto y ser leales, su iconoclasta desprecio de las clases sociales y del orden establecido, fueron una revelación para todos, pero especialmente para ellas mismas [...].

Durante dos años de locas y a veces peligrosas aventuras, trabajé y luché hombro con hombro con mujeres sensatas, vigorosas, felices, que reían a carcajadas en vez de reírse por lo bajo, que caminaban libremente en vez de contenerse, que podían ayunar más que Gandhi y salir del trance con una sonrisa y una broma. Dormí sobre el duro suelo entre viejas duquesas, robustas cocineras y jóvenes dependientas. A menudo estábamos fatigadas, contusionadas o asustadas. Pero éramos tan felices como nunca lo habíamos sido. Compartíamos con júbilo una vida que nunca habíamos conocido. La mayoría de mis compañeras de lucha eran esposas y madres. Y ocurrieron cosas insólitas en su vida doméstica. Los esposos llegaban a su casa, por la noche, con una nueva ansiedad... Los hijos cambiaron rápidamente su actitud de condescendencia afectuosa hacia la «pobre y querida mamá» por una de admirado asombro. Al disiparse la humareda de amor maternal —ya que la madre estaba demasiado ocupada para poder preocuparse por ellos más que de vez en cuando—, los hijos descubrieron que les era simpática, que «era un gran tipo». Que tenía agallas...."
Ida Alexa Ross Wylie

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