viernes, 17 de agosto de 2018

17A




En el aniversario del atentado de Barcelona, voy a explicar como lo viví yo:

Durante el mes de agosto tuve vacaciones y no me acerqué para nada a Barcelona... excepto ese día. Tenia una entrevista con una psicóloga de El Mundo de los ASI para valorar si mi TEPT causado por incesto justificaba que la asociación me diese asistencia gratuita (spoiler: sí).

La oficina está en la calle Santa Ana y tenia hora a las 17, así que fui a comer a casa de una amiga en Sants y luego cogí el metro para allá. A las cinco menos cuarto crucé el semáforo entre Plaça Catalunya y La Rambla; estuve unos minutos ahí parada, al inicio de La Rambla, hasta que cambió el otro semáforo y seguí mi camino. La hora oficial del atentado no recuerdo si es cinco minutos antes o cinco minutos después de las cinco, así que creo que me fue de unos diez minutos más o menos que la furgoneta no me pasase por encima. Pero de eso me enteré después.

Cuando estaba dentro con la terapeuta, concentrada en mis cosas, empezamos a escuchar sirenas y comentamos que "parece que ha habido un accidente", y no hicimos caso. Un rato después escuchamos un helicóptero, y ahí ya nos empezamos a mosquear. Parece que pasa algo gordo. A la terapeuta le entró un wassap de su próxima visita diciendo que no podría venir, que la policía había cortado la calle. Ahí ya nos miramos como "¿pero que coño pasa?" y me dijo que mejor me fuese.

Salgo a la calle, un callejón más bien, y al mirar a la izquierda veo que La Rambla está cortada con unas vallas y hay un par de mossos vigilando, así que tiré para Portal de l'Angel. Cuando llegué vi que no había nadie, y me quedé parada. "Pero ¿que pasa?, ¡no se ve un alma!". En eso que me ve una mosso, y con cara de susto empieza a gritar "¿pero señora, que hace ahí?, ¡corra, corra, corra!". Y yo pues corrí, corrí, corrí. Llego a Plaça Catalunya ¡y también está vacía! Me quedé embobada mirando, solo un segundo, pero suficiente para que otro mosso me gritase que corriese, así que corrí. Cogí la calle Fontanella, que también estaba vacía, excepto por otros policías que gritaban, así que seguí corriendo hasta Pau Claris, donde había un cordón policial.

Cuando traspasé el cordón y pude dejar de correr, lo primero que hice fue llamar a la psicóloga, que no le diese por salir a la calle y se encontrase como yo, en mitad del follón. Luego mandé un wassap a mi amiga para que, cuando viese las noticias, supiese que yo estaba bien y no se asustase. Lo primero que pensé es que había aviso de bomba y por eso estaban despejando la zona (una zona muy grande), pero luego al escuchar los comentarios de la gente supe mas o menos lo que había pasado.

Me fui andando hasta Arc de Trionf, a coger la Renfe. Por el camino me llamó mi madre, y al saber donde estaba, empezó a regañarme, como si yo pudiese por telepatía adivinar los atentados terroristas y planificar mis movimientos en consecuencia. Se me puso un nudo en el estómago, me empezaron a sudar las manos, se me aceleró el corazón. Entonces pensé "esto es ridículo, no puede ser que mi familia me de más miedo que los terroristas", y en un impulso le dije se hubiese cuidado de mi cuando era niña, que ahora me cuido sola, y que no me esperase más a comer en domingo, ni navidad, ni cumpleaños. Colgué.

En los siguientes días vi bastante las noticias. Me llamó la atención saber que, en un momento como este, los catalanes estaban apoyando a los musulmanes, y abucheando al rey. Me impresionó. Yo siempre he pensado que donde uno nace es solo casualidad, y es tonto sentirte orgulloso de eso, que además no es mérito tuyo. Pero en ese momento empecé a sentirme orgullosa de ser catalana. Luego vino el 1O, pero eso es otra historia, y debe ser contada en otro momento.

Hoy viene otra vez el rey, como un perro que mea en una esquina para decir "esto es mio". No podré estar para recibirle como se merece, porque precisamente tengo terapia. Pero no dudo que mi pueblo va a hacerme sentir orgullosa otra vez.

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