domingo, 9 de octubre de 2022

Segura y efectiva



Segura y efectiva: la voz de los lesionados que nadie está escuchando.

Cuando muere un bebé recién vacunado, lo hacen pasar como "muerte súbita infantil", y lo barren bajo la alfombra. Si queda discapacitado, dicen a los padres que nació así, pero no se habían dado cuenta antes; un sorprendente número de los padres se lo creen. Cuando empezaron a vacunar a adolescentes del papiloma hubo bastante escándalo: es difícil esconder que una niña de 12-14 años perfectamente sana entre en la UCI después del pinchazo y no tenga nada que ver. Aún así, lo intentaron. Acusaron a las niñas de estar "histéricas", y recomendaron a las familias llevarlas al psiquiatra, a pesar de que estaban en silla de ruedas, y cientos murieron. De alguna forma lo taparon otra vez, muy pocos lo recordamos, y ahora han decidido doblar beneficios vacunando del papiloma también a los varones, a los que el virus del papiloma no les afecta.

No debería extrañarme a estas alturas que las muertes y lesiones que provocan las vacunas en adultos, se estén escondiendo con tanto éxito. Incluso cuando hemos tenido deportistas colapsando en directo en TV, sufriendo un paro cardiaco en mitad de un partido de futbol (joder, incluso en plena Eurocopa, un chaval de Dinamarca se desplomó ante millones de personas).

Las vacunas se han convertido en una religión. La gente tiene fe en que les protegerán de todo mal, porque así se lo han prometido los sacerdotes de bata blanca, y nada le hará cambiar de opinión. Ni una montaña de muertos.

"Primun non nocere". Hipocrates.

No hay comentarios: