domingo, 23 de octubre de 2016

Ni un paso atrás




Treinta años de lucha, que se dice pronto. Treinta años recogiendo firmas (y haciendo enemigos, en el instituto primero, en el trabajo después), participando en manifestaciones, escribiendo cartas a periódicos, luchando de todas las formas pacíficas posibles mientras los asesinos dicen que los violentos somos nosotros. Todo mi entorno me decía que estaba perdiendo el tiempo, que hay cosas que nunca cambian, pero yo sabía que si. Finalmente lo conseguimos, al menos parcialmente. Aún quedan los resquicios (correbous, bous a la mar), pero vamos a por ellos. Poco a poco, pueblo a pueblo.

Y ahora, cuando el asunto estaba olvidado, vienen de fuera los leguleyos a echar todo nuestro trabajo por la borda. A decir que la voluntad del pueblo no importa. Que nos van a imponer la barbarie por decreto ley.

Primero incredulidad. Luego rabia, mucha rabia. Si quieren guerra la tendrán, con más fuerza que nunca. En lo que va de mes ya he estado en tres manifestaciones; una en mi ciudad, dos en Barcelona. Aquí no vuelven, aunque me tenga que encadenar y hacer huelga de hambre.

Hemos prohibido el sacrificio de animales sanos en perreras, los circos con animales, y la vergüenza nacional. Que se preparen los del zoo, que los siguientes son ellos.

Aquí no se rinde nadie, hasta que todas las jaulas estén vacías.

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