sábado, 5 de octubre de 2013

El coraje de sanar



En los diez largos años que han pasado desde que acepté que soy una superviviente de incesto, y decidí ponerle remedio, he visto toda clase de terapeutas:
-El psiquiatra de la seguridad social que quería solucionarlo todo con prozac y somníferos.
-Una "experta" de una asociación contra los abusos que quería llevar a mi madre a mis terapias porque "estás muy resentida con ella, y ella también es una víctima".
-Un terapeuta varón que me animaba a "superar ese trauma porque el sexo es una de las partes más importantes de la vida", mientras yo me secaba las lágrimas con un pañuelo de papel, después de contarle los detalles de una violación.
-Terapeutas "new age" que me hablan del karma y me intentan convencer de que todo forma parte del Plan Divino.
-Terapeutas "progres" que creen que la prostitución es un trabajo como otro cualquiera, y que no tiene ninguna relación con los abusos que sufrí.
-Terapeutas "sensibles" que me callan con un "huy, lo tuyo no es nada, si vieras la gente que viene por aqui", y se lanzan a contarme una historia peor que la mia, porque se supone que eso me hará sentir mejor.
-Una terapeuta que zanjó con un "yo eso si que no me lo creo", cuando comenté que mi hermano mayor también había abusado de mi.
-Grupos de apoyo donde yo apoyaba a mis compañeras y creía sus historias (a una su marido le puso una pistola en la cabeza, a otra su novio le echó colonia en los ojos), mientras a mi me miraban con cara de incredulidad porque "¿como va a ser capaz de hacerle un padre eso a su hija?".

Me ha tocado, en definitiva, pagar la novatada. En otros países con fuertes movimientos feministas nos llevan décadas de ventaja, y los grupos de apoyo para supervivientes son casi tan habituales como los de alcohólicos anónimos. Aquí todavía somos muy pocas las que nos atrevemos a reconocer los que nos ha pasado, hablar del tema, a pedir ayuda. Y cuando por fin te decides, en contra de todo lo que te han enseñado desde que naciste, te encuentras con profesionales que no tienen idea de lo que están haciendo, que solo fingen saber de lo que hablan. Un triste consuelo es que algunas tienen que ser pioneras; al menos se lo hemos puesto más fácil a las que vengan detrás.

No se que habría sido de mi sin este libro. Escrito por y para supervivientes, ha estado en mi mesilla de noche durante años. Cuando creía que me estaba volviendo loca, me recordaba que millones de mujeres se sienten igual que yo. Cuando me sentía completamente sola en el mundo, sabia que, en alguna parte, alguien me comprendía. Cuando nadie me creía, sabia que muchas otras mujeres estaban pasando por lo mismo. Aunque mi familia insistiese en que "no es para tanto" y mis amigas en que "tienes que perdonar y olvidar", yo conseguía sacar fuerzas de esas miles de valientes mujeres que compartían mi lucha al otro lado del océano.
Me salvaron la vida, literalmente.

http://www.mediafire.com/?1soio9dtez0b4do

"En la larga noche, negra como el abismo, que cubre la tierra de polo a polo, yo agradezco a los dioses, quien quiera que sean, mi alma indomable".

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