Me hace gracia todo el jaleo que se ha montado alrededor del día 21. Todo el mes dando películas sobre el fin del mundo. Solo una cultura tan antinatural como la nuestra confundiría un fin de año (galáctico, en este caso) con el fin del planeta por culpa de terremotos, meteoritos, llamaradas solares y desastres varios. Claro que con el calendario tan caótico que tenemos cualquiera se aclara. En lugar de 13 meses de 28 días como manda la luna, tenemos 12 meses, y encima con diferentes días cada uno.
Al menos el año si es una vuelta completa al sol... pero por alguna extraña razón el fin de año no se celebra en el solsticio, si no diez días más tarde. Bueno, ni siquiera el solsticio se celebra el día del solsticio, si no tres días más tarde (en las culturas cristianas lo llamamos navidad). Y el tradicional intercambio de regalos (sospecho que esa costumbre es para celebrar que has sobrevivido otro año, igual que los regalos de cumpleaños), más tarde todavía. Dieciséis días más tarde, para ser exactos.
Si tenemos este cacao con el año solar, que se celebra cada año, no es raro que aún nos aclaremos menos con el año galáctico. Dura 26.000 años terrestres, lo que tarda nuestro sol en dar toda la vuelta alrededor del centro de la galaxia. Así que tenemos un solsticio cada 13.000 años. El solsticio de invierno es la noche más larga del año, y el solsticio en el que estamos ahora también es la época más oscura del año cósmico. ¿A alguien le sorprende?
Al invierno galáctico se le llama Kali Yuga, y este es el principio de su fin. Pasarán meses antes de que llegue la primavera, y décadas antes de que se empiece a notar la luz de la nueva Edad de Oro. Pero aunque todavía no podamos verlo, a partir del viernes vamos hacia arriba.
¡FELIZ SOLSTICIO!
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