viernes, 1 de noviembre de 2013

El Regalo de la Muerte



Mi trabajo en la rama de sanidad, y mi afición por adoptar animales desahuciados, hacen que me enfrente a la muerte con más frecuencia que la mayoría de la gente. Eso me ha dado una perspectiva más amplia del valor de la vida.

Cuando uno de mis gatos araña el sofá, rompe la cortina de la ducha, destroza las plantas o se hace pis en la alfombra, cuando estoy a punto de enfadarme, pienso en la suerte que tengo de tenerle conmigo, vivo y sano. Pienso que un día tendré que llevarle al hospital, ponerle la inyección y dejarle en aquella mesa, y de pronto aquello que me molestaba pierde toda su importancia. Ya no me pone de los nervios que un gato se porte como un gato.

Esto me ha sido útil en otras facetas de la vida. Las pequeñas grandes cosas que nos amargan me afectan menos. No hago un drama si pillo un atasco de tráfico, si se me rompe algo, si no me devuelven lo que presté, si el dinero no me alcanza. Y nunca me alcanza, pero me niego a que ese problema me robe la alegría de vivir. Si no puedo ir de vacaciones, voy al parque a pasear; si no puedo ir al cine, veo la tele. Si no puedo comprar libros, los cojo de la biblioteca. Teniendo presente, como diría Castaneda, que la muerte nos vigila y nunca sabes cuando te va a llevar, todo lo demás pierde su importancia. Mientras tenga un techo, comida en la mesa y salud para disfrutarlo, todo lo demás es llevadero, con paciencia, humor y amor.

Vivimos como si la muerte no existiera, como si estuviera muy lejos. No nos gusta pensar en ella. Pero está muy cerca. En el parque donde voy a correr con mi perra, violaron y apalearon a una mujer hace unos años. Hace unos meses alguien dejó veneno y murieron algunos perros. Así que cada vez que vamos, mi perra y yo arriesgamos, literalmente, la vida. ¿Que opciones tenemos?, ¿encerrarnos en casa? Tampoco; una vez, una vecina con demencia se dejó el gas abierto y estuvo a punto de volar todo el bloque...

Lo mejor que podemos hacer es aceptar la muerte como la compañera de viaje que es, y vivir cada día como si fuera el último:  no dejes pasar un solo día sin decirle a los tuyos cuanto los quieres, sin besarlos y abrazarlos. Trabaja como si no necesitaras el dinero, ama como si nunca te hubieran herido, ¡y baila como si nadie te estuviera mirando!

"Incierto es el lugar donde la muerte te espera; espérala pues, en todo lugar". Séneca.

"La muerte es nuestra eterna compañera. Se halla siempre a nuestra izquierda, a la distancia de un brazo tras de nosotros. La muerte es la única consejera sabia con la que cuenta un guerrero. Cada vez que el guerrero siente que todo anda mal y que está a punto de ser aniquilado, puede vol­verse a su muerte y preguntarle si ello es cierto. Su muerte le dirá que se equivoca, que en realidad nada importa salvo su toque. Su muerte le dirá: «Todavía no te he tocado»". Castaneda.

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