lunes, 6 de diciembre de 2010

La falsa alarma y el pais secuestrado



Se ve que no aprendemos, no tenemos remedio. A pesar de todo lo que ha pasado esta última década, seguimos creyendo lo que dicen las noticias. Si sale en la tele, tiene que ser verdad, que los periodistas nunca mienten (ironía). Pocos se acuerdan ya de hace solo un año, por estas fechas, que nos aterrorizaban con la gripe cochina. Se suponía que iba a ser peor que la peste negra, y luego supimos que era incluso más leve que la de todos los años. Todo fue un invento para vender vacunas. Antes de eso, la guerra de Irak, con el presidente jurando que había armas de destrucción masiva, y que si no atacabamos primero los moros nos iban a invadir. Y antes de eso los famosos atentados 11S, 11M y 7J, que muchos seguirán culpando a Al-Qaeda, cuando es más que evidente que lo hizo la propia CIA.

Ahora tenemos otro conflicto, y todo el mundo a creer lo que dicen en la tele que casualmente, es lo mismo en todas las cadenas. Los controladores son malos y egoístas, ganan mucho dinero y hacen huelga porque les da la gana. Me recuerda los "dos minutos de odio" de la novela 1984, cuando sacaban en pantalla al enemigo, y todos le gritaban un rato sin saber siquiera quien era. Pero en la tele dicen que es el enemigo y oye, para eso está la tele, para no tener que pensar, que diría Homer Simpson. ¿Nadie se pregunta porqué lo hacen? ¿Si ese trabajo es tan chollo, porque se arriesgan a perderlo, en un momento así?

No voy a entrar en el tema de los sueldos, porque parece que nadie se acuerda de otros sectores que cobran mucho más y se lo merecen mucho menos. Un futbolista gana muchísimo más por dar cuatro patadas a un balón, o un actor, o una top model, o cualquier famosillo de tres al cuarto que, sin más méritos que haber pasado por Gran Hermano o por la cama de un famoso, consigue su propio programa en la tele y gana en un mes lo que un controlador en un año. A mi no me importa lo que gane esa gente, porque no se lo pago yo. Si un cantante gana tropecientos millones en un concierto, es porque la gente paga la entrada; lo mismo sirve para un tenista, un actor o cualquiera de estos. Si me indigna que los políticos y otros cargos públicos cobren sueldos millonarios (y muchas veces, más de uno), porque eso lo pagamos todos. No hay ayudas para la gente que lo necesita, aunque pasen hambre (¡Que vayan a Cáritas, que para eso está!) o pierdan su casa, pero ni un alcalde ni un presidente se ha rebajado el sueldo ni un poquito. No debería preocuparnos tanto los sueldos altos, la verdadera injusticia son los sueldos mínimos. Que haya gente trabajando la jornada completa por 600 euros si es para llevarse las manos a la cabeza, pero de eso solo se preocupa el que le toca. Los demás piensan que si hubiera sido más listo, tendría un trabajo mejor y que la culpa es solo suya.

Volvamos a los controladores, que me desvío. Dejando el lado el tema del dinero, tienen otras reclamaciones, sobretodo por el tema de horarios. Ellos sabrán si son justas, pero tienen derecho a reclamarlas. Que yo trabaje 12 horas y no pueda quejarme, porque mis compañeras son cobardes y no me apoyarían, no significa que todos deban hacer lo mismo. Los trabajadores estamos tan acostumbrados a dejarnos pisotear y dar las gracias de que se nos permita seguir trabajando, que nos sorprende cuando otros no lo hacen. Los controladores han estado diez meses intentando negociar, y el gobierno le ha cerrado todas las puertas, les ha quitado todos los derechos, y justo antes del puente, les dio el golpe de gracia: anunciando que de golpe les aumentaban las horas de trabajo y que se privatizaba el sector.

La reacción que han tenido no voy a entrar a judgarla. Por un lado soy demasiado responsable para abandonar así mi puesto de trabajo, cuando se que hay personas que dependen de mi. Por otra parte, creo que todos deberíamos hacer lo que han hecho ellos. Así conseguiríamos que desde arriba nos tuvieran más respeto y no nos trataran como sus esclavos. Pero tanto si se han pasado como si no, no debemos perder de vista quien es el auténtico culpable: el gobierno. Que mira que es largo el año como para anunciar algo así justo antes de un puente, ¿no veis que está hecho a propósito? Y después de provocar la situación, acuden al rescate en su mágico corcel... perdón, tanque.

Lo más escandaloso de toda esta historia es que no encuentren (quizá por que ni siquiera la buscan) una solución mejor a esta situación que sacar el ejercito a la calle. Bueno, a los aeropuertos. Poca memoria histórica tiene este país si recibe con alegría que todo nuestro espacio aéreo esté en manos militares. Que los soldados vayan a buscar a los ciudadanos a sus casas, se los lleven a rastras y los obliguen a trabajar a punta de pistola. Será un milagro si no se estrella un avión en los próximos días (quizá lo hagan, si ven que la tensión está bajando demasiado pronto). ¿Que será lo próximo? ¿Nos vacunarán a punta de pistola?, ¿habrá cárcel para los padres que educan en casa?, ¿si cultivamos comida ecológica y plantas medicinales, enviarán tanques a destruir nuestros huertos? De esta gente ya me espero cualquier cosa.

Ahora la gente está celebrando que se privatice el sector. ¿Desde cuando es bueno eso? En la empresa privada solo cuentan los beneficios, y se trata mucho peor tanto a trabajadores como a clientes. Para mi, que trabajo en sanidad, colocarme algún día en un hospital público es mi única esperanza de tener un sueldo decente. Mientras trabaje en empresas privadas seguiré viviendo por debajo del umbral de la pobreza. Así que no puedo entender que nadie celebre la privatización de nada.

Hace poco fueron los funcionarios, pero que no se quejen, que tienen trabajo seguro de por vida, Ahora son los controladores, pero que no se quejen, que tienen sueldos muy altos. ¿Quien será el siguiente? Cuando te toque a ti, tampoco te quejes.

El poema del día:
"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".
Martín Niemoller.

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